jueves, 21 de marzo de 2019

Las mentiras y su impacto emocional y psiquico


Cualquier declaración que oculte, exagere, manipule o niegue la verdad es considerado una mentira, que no es sino un acto de irresponsabilidad, sin embargo resulta un recurso usado, cotidiano y por lo mismo hasta familiar, aun con lo “normal” que esto pudiera resultar trae consecuencias emocionales, no solo para que miente, sino para aquel que es victima de la mentira.

Emocionalmente el que esta mintiendo tiene la necesidad inconsciente de reconocimiento y denota baja autoestima, así como una irresponsabilidad e inconciencia hacia sus acciones, en el mundo que el vive se siente incompetente para  dirigirlo y mas para asumir las responsabilidades de sus acciones, por lo que decide crear o falsificar la realidad, a través de las mentiras.

Emocionalmente se va tomando como habito, de forma que lo que en un primer momento hubiera ocasionado remordimiento o culpa se va tomando como parte de la personalidad, incluso va en aumento conforme se sigue haciendo costumbre el uso de ellas.

Puedo volverme una completa extraña de lo que realmente soy o de lo que realmente siento, tomando como realidad aquello que aparento, aquello que el entorno me pide ajustar, entra mi lado histriónico, actuó de manera que me parece va resultar algo menos doloroso o porque no algo mas llamativo para que el otro me vea y me valore ya que yo no logro hacerlo.

El que es victima de las mentiras también sufre un desgaste emocional, pues pierde la confianza en el otro, sintiéndose parte del problema por no ser capaz de generar confianza, el sentimiento de deslealtad hace que se sienta defraudado,

todo aquello que el esperaba o creía resulta una mentira, empieza pues a tomar como herramienta un estilo paranoico para no volver a caer en el juego, obviamente hay de mentiras a mentiras, así mismo las reacciones ante ellas, lo que es cierto es que ninguna mentira al final logra una estabilidad, bien se dice en libros sagrados la verdad nos hará libres” desgraciadamente nos hemos conformado con vivir atados en un mundo que parece ser nuestra cárcel.
Psic.Laura Camacho

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