jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Sufrir por amor?

Hace unos ayeres compartí con un amigo lo que ahora comparto públicamente, no se el original de donde surgió, ni quien lo publico, pero es un escrito que vale la pena compartir.

 Es cierto talvez esa persona sea lo que tu quieres pero puede no ser lo que merezcas y si lo mereces y no te conviene es lo mismo, el dolor es inevitable pero sufrir se vuelve opción, hay que dejar ir, cerrar, decir ok hasta aqui, no hay relacion sin problemas, pero de eso a que sea un continuo sufrir, llorar, rogar, pedir, eso es diferente, cada proceso es diferente no presionarse y vivirlo en tus tiempos es lo ideal, el amor mas grande es aquel que comparte la misma idea de amor y relacion pues habra sincronía.

No hay ninguna cadena que tu no hayas elegido, libérate, un matrimonio tormentoso, una unión libre que te ahoga, una pareja que no te complementa, caray libera tus cadenas en busca de tu felicidad, di adios a la promesa de amor eterna, cuando esa promesa te esta limitando en tu desarrollo, no es fácil  pero resultara lo mejor pues es para ti y por ti.
 Lee a continuación, no te arrepentirás.


¿Que tan dispuestos estamos a sufrir por alguien?

Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte. Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos.  Joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.

Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y  perseverancia.  Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:

Princesa, te he amado toda mi vida.  Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de mi amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas .Ésa es mi dote...

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar. Tendrás tu oportunidad:  Si pasas la prueba, me desposarás.

Así pasaron las horas y los días.  El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve, y las noches heladas.  Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento.  De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura  de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. 


Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.  Alllegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca.  Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.

Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa:

¿Qué fue lo que te ocurrió? ..Estabas a un paso de lograr la meta. ¿Por qué perdiste esa oportunidad?. ¿Por qué te retiraste?.

Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas,  contestó en voz baja:

No me ahorró ni un día de sufrimiento... Ni siquiera una hora... NO MERECÍA MI AMOR.

El merecimiento no siempre es egolatría, sino dignidad.  Cuando damos lo mejor de nosotros mismos a otra persona, cuando decidimos compartir la vida, cuando abrimos nuestro corazón de par en par y desnudamos el alma hasta el último rincón, cuando perdemos la vergüenza , cuando los secretos dejan de
serlo, al menos merecemos comprensión.

 Que se menosprecie, ignore o desconozca fríamente el amor que regalamos a manos llenas es desconsideración o, en el mejor de los casos, ligereza. Cuando amamos a alguien que además de no correspondernos desprecia nuestro amor y nos lastima con su indiferencia, estamos en el lugar equivocado.  Esa persona no se hace merecedora del afecto que le prodigamos. La cosa es clara:  si no me siento bien recibido en el corazón de alguien, empaco y me voy. La misión de todos en este mundo es encontrar la felicidad, pero la real, no la que creemos que es.

Nadie se quedaría tratando de agradar y disculpándose por no ser como les gustaría que fuera. No hay vuelta de hoja.  En cualquier relación de pareja que tengas, no te merece quien no te ame ni te comprenda, y menos aún, quién te lastime. Y si alguien te hiere reiteradamente sin mala intención, puede que te merezca, pero no te conviene.



Psic.Laura Camacho

No hay comentarios:

Publicar un comentario